Qué esperan Milei, Massa y Bullrich este domingo y los escenarios a futuro

¿Estamos en vísperas del final del proceso electoral 2023 o acaso la antesala a una tercera y definitiva etapa en esta carrera con toda la incertidumbre que rodea un balotaje? Y si este fuera el caso, ¿será el duelo que todas las encuestas dan por sentado desde hace semanas, entre Javier Milei (La Libertad Avanza) y Sergio Massa (Unión por la Patria) o hay aún margen para un último giro en esta secuencia que coloque a Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) en el mano a mano del 19 de noviembre?

Al igual que las PASO, los analistas coinciden en definir el proceso electoral 2023 como un "cambio de época" más allá del resultado final. Por un lado, esto se entiende por la ausencia de los dos referentes nacionales de los últimos 20 años, Cristina Kirchner y Mauricio Macri, en el juego electoral propiamente dicho. Y lo segundo lo explica, de forma obvia, la irrupción de una figura como la de Milei que monopolizó el grueso de la conversación política en torno a su figura desde principio de año.

"La segunda etapa, luego de las PASO, mostró campañas que buscaron sostenerse en el empate, intentaron no arriesgar tanto para no perder tanto tampoco", explicó la socióloga Daniela Barbieri, directora de Hacemos Barda y PulsarUBA. Pero remarcó que el libertario logró consolidar la idea del cambio, "la escenificación del apretar un botón para resetear" el sistema, administrando su protagonismo entre septiembre y octubre luego del envión inicial postPASO.

En esencia, Milei no alteró demasiado su campaña. Sus arquitectos la siguen definiendo como puramente "ciudadana", apalancada en las colaboraciones que sus simpatizantes aportan, como un seguidor de LLA que ploteó un camión en Misiones para militar el voto libertario. A la vez, buscaron mostrar otros referentes en paralelo a Milei para dar cuenta cada vez más de una construcción conjunta, capaz de armar equipo de gobierno. Esto trajo un costo: en más de una ocasión la pérdida del monopolio discursivo en Milei generó ruidos en la campaña.

En una elección primaria que terminó en tercios con 633.202 votos de diferencia entre la primera y la tercera fuerza más votada, el duelo natural se da entre los extremos, de ahí la polarización que buscaron construir Massa y Milei en un win-win tácito. 

El oficialismo apuesta a llevar el duelo al 19 de noviembre mientras que en La Libertad Avanza pusieron mayor énfasis en la fiscalización -dicen haber triplicado sus fiscales luego del 13 de agosto y cubrir hoy del 80% al 90% sus pretensiones- para evitarse el trance de un tercer duelo que, por definición, se juega bajo reglas tan distintas que lo vuelve impredecible. 

La percepción respecto a si pueden conseguirlo o no están dividas, pero las expectativas focalizan sobre todo en el control en la Provincia de Buenos Aires. Con una población de 17 millones, un punto porcentual es proporcionalmente más valioso que el de otros distritos. Y Milei necesita despegar mucho para consagrarse el domingo, con una diferencia de diez puntos con el segundo por arriba del 40% de los sufragios o directamente superar el 45%.

"Él tiene un desafío más conservador que es superar la barrera del 35% para demostrar que puede atraer más votos y consolidarse como un presidenciable", sostuvo Barbieri. "Luego, si hay balotaje, será clave la diferencia entre el primero y el segundo de cara a una tercera elección el 19 de noviembre", agregó.

Tomando como base el crecimiento del electorado entre las PASO y las generales de 2019 y proyectándolo a los números de 2023, los analistas de la Agencia Barda calculan que el electorado puede crecer unos cuatro puntos, el equivalente a 2,6 millones de votantes. En ese universo menos intenso y participativo, ajenos al conocimiento de los encuestadores, se escondería la llave de esta elección. Por esa razón, quizás extremando la cautela, ninguno de los consultados por este medio, en ON o en OFF, descartan todavía ningún escenario.

Ganar en primera vuelta, aún con una diferencia mayor a cinco puntos no es garantía de victoria en el balotaje donde pueden pesar otras variables que no parecen haber gravitado con fuerza en esta segunda etapa, como el clivaje kirchnerista-antikirchnerista. Basta ver lo que sucedió en Ecuador hace una semana donde el correísmo perdió su segunda elección consecutiva en un escenario fragmentado y, al igual que en 2021, otra vez en manos de la segunda opción -hace dos años, Guillermo Lasso y hoy Daniel Noboa- que se fortaleció al agrupar todas esas expresiones opositoras a Rafael Correa.

Cómo cambiaron las campañas de Milei, Bullrich y Massa tras las PASO

Juntos por el Cambio marcó el pulso de los batacazos electorales en 2023: de 18 distritos que votaron hasta septiembre, en cinco ganaron candidatos de Unión por la Patria (La Pampa, La Rioja, Tucumán, Formosa y Tierra del Fuego), en siete candidatos de Juntos (Mendoza, Chaco, Santa Fe, Chubut, San Juan, Jujuy y San Luis) y en seis fuerzas provinciales (Santa Cruz, Córdoba, Salta, Misiones, Río Negro y Neuquén), aliadas a unos y otros. Este domingo se definen Provincia de Buenos Aires, Catamarca, CABA -que el PRO gobierna desde hace 16 años- y Entre Ríos, donde se sienten confiados.

No obstante, en seis de esos distritos donde se impuso Juntos -Mendoza, Santa Fe, Chubut, San Juan, Jujuy y San Luis- ganó Milei en las PASO, salvo en Chaco donde coronó Unión por la Patria. Aunque la coalición apuesta a dar vuelta los resultados de las PASO en algunos de esos lugares clave por su caudal en el padrón nacional, como Santa Fe y Mendoza, y sumar en el resto, las lógicas de votación provincial y nacional han probado ser distintas este año. Incluso cruzadas, a la hora de explicar las motivaciones y el voto de los electorados en los mismos escenarios. 

Esto aplica también para UP, por supuesto, si bien su cosecha fue más escueta y hasta perdió provincias de larga tradición peronista en las elecciones locales como las gobernaciones de Chaco, San Luis y San Juan y un distrito que le había costado recuperar, Santa Fe. En las PASO, Milei incluso ganó en territorios que solían ser bastiones del kirchnerismo y ya no, como Santa Cruz, que también quedó en mano de un exaliado devenido en rival en los comicios provinciales del 13 de agosto.

"En diferentes grupos focales que hicimos entre agosto y octubre, la primera reacción fue de sorpresa por los resultados; luego vino la incertidumbre y finalmente una sensación de pausa. Casi una sensación agónica de un proceso que culmina, pero que tampoco termina de nacer. Incertidumbre es la palabra que se repite", detalla el politólogo Augusto Reina, director de Doserre y también al frente de PulsarUBA.

Tanto UP como Juntos buscaron recalibrar sus campañas luego de la "sorpresa" libertaria. Por un lado, el oficialismo segmentó a los destinatarios de sus propuestas, hizo foco en las coordenadas sensibles donde se perdió volumen en relación a 2019 y se movieron con un mensaje en bloque que combinó una fuerte identidad peronista con los recursos tardíamente descubiertos por UP de las redes sociales.

También tuvieron que aprender a hablarle al votante que una vez fue suyo pero que se fue con Milei o no fu a votar en las PASO. Apostaron a contrabalancear las turbulencias de la economía con una batería de medidas de alivio que se implementaron a partir de la semana siguiente a las PASO, desde la reforma de Ganancias hasta el Compre sin IVA pasando por los diversos refuerzos en forma de bonos. Saben que un punto porcentual puede ser la diferencia entre forzar o no un balotaje.

En paralelo, Juntos -que en la primera parte del año coqueteó con la idea de aliarse al libertario- repartió su narrativa entre una competencia con LLA por encarnar la opción de cambio posible -el "cambio con responsabilidad", "con experiencia", "con equipo", etc- y el redireccionamiento del discurso de Bullrich hacia sus posiciones de mayor fortaleza, como la seguridad. También Juntos apuesta a llegar a su piso del 32% para mantenerse con chances. 

La coalición tuvo que zurcir la grieta interna luego de una fuerte disputa entre Horacio Rodríguez Larreta y Bullrich y en la batalla de tercios, la exministra de Seguridad quedó en un lugar incómodo y tardó en reperfilarse. Curiosamente, los analistas sugieren que ese lugar de "dureza moderada" que la perjudicó en este tramo de la campaña podría beneficiarla si pasa a la tercera y última ronda. 

"Argentina no es tan original en esto de tener la emergencia de una figura política coyuntural, un outsider, estirando los límites de lo decible y a partir de eso apalancándose en el torbellino mediático para posicionarse públicamente", opinó Reina. Y lo calificó como "un fenómeno bastante repetido, no solamente en América Latina, sino incluso en Europa".

A su entender, la persistencia o no del fenómeno, está atada a un interrogante: "cuánto de lo actual existe porque existe Milei o cuánto son corrientes de la sociedad argentina que ya empiezan a ser de largo plazo". Y en ese caso mencionó que gran parte de su intención de voto reposa en el hartazgo social por muchos años de crisis económica, el hartazgo con las formas tradicionales de expresar y hacer política y ciertas corrientes ideológicas que buscan correr al Estado de la escena pública para darle más espacio al privado.

"Hay dos que son variables estructurales que se van a mantener y eso hacen que Javier Milei pueda mantenerse liderando en la opinión pública, independientemente de esta elección. Y después están, las condiciones políticas de su sustento, si su partido político va a seguir existiendo si no gana las condiciones, sobre la base de una bancada legislativa robusta pero minoritaria", señaló el politólogo. 

El veredicto sobre quién interpretó mejor el fenómeno de las PASO lo tendrán las urnas el domingo.