Viernes 27 de diciembre de 2024

— 22.02.2023 —

El Ejército reincorpora a una suboficial a la que dio de baja tras denunciar acoso sexual

Los hechos se produjeron en el Batallón de Santo Tomé, Santa Fe. Luego de tres años, ayer le comunicaron a la joven la decisión de devolverle su empleo y pagarle en retroactivo los salarios no abonados.


Fuente: Santa Fe Plus

Mariana Bicca apenas pasaba los 20 cuando llegó al Batallón de Ingenieros Zapadores 1° de la ciudad de Santo Tomé, en Santa Fe, en 2017. Es descendiente de familia militar y se preparó toda su vida para seguir el mismo camino. Pero su carrera se truncó dos años después cuando le dieron la baja como “incapacitada para todo servicio”, luego de denunciar a uno de sus superiores por acoso laboral y sexual. Ayer, luego de un largo recorrido judicial y administrativo, le notificaron su reincorporación y que le serán abonados los salarios de forma retroactiva desde que inició su reclamo. Mientras tanto, la causa judicial seguirá su curso. 

El caso de Mariana no es un hecho aislado. Se da con frecuencia en distintos ámbitos laborales. Cuando comenzó a trabajar, Lucas Díaz, su jefe, era un capitán de 36 años. Al poco tiempo, comenzó a hacerle comentarios verbales y a enviarle mensajes inapropiados por WhatsApp a su teléfono particular tales como “estás muy linda hoy”, “vamos a tomar un café” o mencionando características físicas que nada tenían que ver con lo laboral. 

Ante el rechazo permanente de la víctima, el acosador cambió su modalidad de ataque y decidió perjudicarla y maltratarla de distintas maneras. “Me ordenaba quedarme después del horario habitual que en ese momento era de 7 a 18, con excusas ilógicas, por ejemplo me solicitaba trabajo a las 17.30 que era imposible terminar antes del horario de salida, forzando la situación a quedarnos solos en la oficina, sintiéndome presionada constantemente ya que alegaba razones de trabajo”, denunció la joven suboficial. 

Y continuó: “Yo le pedía a mi pareja que pase a buscarme por mi oficina, ya que él terminaba su jornada a las 18 (en ese entonces él era cabo en el Batallón de Anfibios) y que continuara trabajando conmigo para ayudarme a terminar el trabajo extra que me había ordenado y de esa forma no tener que pasar ese tiempo sola porque me aterraba”. 

La situación de violencia escaló cada vez más. Mariana comenzó a exteriorizar los síntomas del daño psicológico que atravesaba. Comenzó a perder peso, su cabello empezó a caer, estaba anémica y su rostro evidenciaba el llanto y la falta de sueño que atravesaba. El punto de quiebre llegó en agosto de 2018, cuando el sistema informático del Ejército sufrió un problema genérico a nivel nacional que impidió -a todos aquellos que lo intentaran- realizar la carga de datos correspondientes a cuestiones internas. Al comunicarle Bicca esta situación a su jefe, éste reaccionó y le comunicó que la iba a sancionar. 

Ese día se retiró llorando a su casa y decidió tomar varios analgésicos de distintas marcas con la intención de sentirse al otro día descompuesta y no tener que ir a trabajar, lo que le provocó mucho sueño, no podía reaccionar y su pareja, sin saber lo que había ocurrido, la trasladó el Hospital José María Cullen. Allí le diagnosticaron en principio “un pico de estrés muy grave”. “A raíz de lo que me estaba pasando entré en una depresión. Conté a mis otros superiores lo que me estaba pasando y me derivaron a hacer terapia en el Hospital Militar de Paraná”, contó. Las profesionales en psicología y psiquiatría que la atendieron en ese ámbito prestaron luego declaración testimonial -en el contexto de la causa judicial actual- y sus relatos fueron coincidentes en que el motivo del estado emocional y psicológico de Mariana Bicca era consecuencia del maltrato de su superior, como así también en que una vez finalizado el tratamiento le otorgaron el alta médica y concluyeron que se encontraba en condiciones de reintegrarse a su lugar de trabajo y de realizar plenamente las actividades laborales 

Sin embargo, cuando le dan el alta y vuelve a trabajar, toma conocimiento de que a su jefe le dieron el pase a Corrientes y a ella, la baja del servicio. 

Un precedente único 

En este caso la perspectiva de género fue fundamental y consolida precedentes, por las características únicas del mismo y teniendo en cuenta que dentro de la causa penal se introdujo un pedido de reparación por violencia de género. El fiscal federal N°2 de Santa Fe, Walter Rodríguez, fue quien recibió la presentación de la joven suboficial en 2020 y, además de impulsar la causa penal, puso en conocimiento de la situación al Ministerio de Defensa de la Nación para que el mismo analice la posibilidad de reincorporar a la joven al Ejército argentino. 

El fiscal también advirtió desde el inicio que “el acosador al momento de los hechos poseía el grado de Capitán, y revestía el rol de autoridad jerárquica sobre Mariana Bicca, quien tenía el grado de Cabo, con una edad de 21 años, es decir que se trata de una joven mujer que se encontraba en los inicios de su carrera militar, jerárquicamente subordinada a un varón de 36 años de edad; factores que, sumado al contexto laboral de la dependencia militar (las personas que revestían roles jerárquicamente superiores a la nombrada eran también varones) escenario del maltrato y perjuicio, colocaron a la víctima en una situación de vulnerabilidad”. 

Al analizar el derecho aplicable en este caso, además de los aspectos laborales contemplados en la propia Constitución Nacional y otras normativas, el fiscal Rodríguez incluyó las obligaciones asumidas internacionalmente por el Estado argentino en la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) y, dentro de la normativa nacional, la ley de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (N° 26.485). 

“Es muy relevante y saludable que en un ámbito del Estado que está impregnado de una disciplina vertical castrense se hayan podido revisar los pasos que erróneamente se habían dado con anterioridad”, destacó el fiscal Rodríguez en diálogo con Santa Fe Plus, al conocerse la novedad de que la joven será reincorporada. “Es un proceso que no puede calificarse como un hecho aislado ni tampoco la consagración, porque son cambios de naturaleza cultural que dependen de distintas disciplinas”, agregó. 

Más allá del acto administrativo del Ministerio que hoy dirige el Lic. Jorge Taiana en el cual se definió la reincorporación de la joven, en diciembre el fiscal ya firmó el requerimiento de elevación a juicio, por lo cual la causa iniciada continuará en ese ámbito.

La decisión política 

Esta semana, tanto desde el Ejército como desde la Dirección de Políticas de Género de la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa comunicaron a la suboficial la decisión de reincorporarla. 

La definición llega luego de diferentes acciones que se realizaron con el objetivo de reintegrarla a la fuerza, entre ellas la evaluación de una nueva junta médica a la cual se le solicitaron evaluaciones psicodiagnósticas llevadas a cabo por especialistas en salud mental con perspectiva de género. 

En diálogo con Santa Fe Plus, la Dra. Laura Masson, directora del área mencionada dijo que “hoy está trabajando el Departamento del Género del Ejército para consensuar con ella el lugar de reincorporación y quedó a su disposición para poder intervenir ante cualquier situación que se suscite”. También está previsto un acompañamiento terapéutico para los primeros meses del proceso de reincorporación. 

"Lo que demuestra este caso es que los mecanismos por sí mismos no son suficientes sino que necesitamos apoyo político y compromiso institucional, que es lo que hemos tenido en esta gestión, para hacer seguimiento de los casos y para fortalecer y profundizar las políticas públicas”, reflexionó la funcionaria. 

Y en relación a la implementación de políticas de género en el ámbito de las FFAA, Masson expresó con optimismo que “los mecanismos de género son muy importantes porque es necesario acompañar un cambio institucional que va a llevar mucho tiempo y es importante que ese acompañamiento sea sistemático y constante; las Fuerzas Armadas, aún con matices, han comenzado a tomar la política de género como una herramienta que también les permite lograr los objetivos profesionales”. 

A la espera de volver 

Mariana pasa estas horas a la espera de nuevas indicaciones. Durante la entrevista, los sonidos dibujan una escena familiar. Se escuchan las voces de sus hijos pequeños junto al teléfono y, de fondo, se alcanzan a oír los intentos de su pareja para reducir el bullicio. Hoy todo es alegría en el hogar. No solo por la reparación justa y necesaria del daño que sufrió, sino también porque vienen de años muy duros, en los que les costó sostener su casa con un único sueldo, y este retorno les traerá por fin un respiro. 

“Cuando me avisaron que me reincorporaban me sorprendí mucho. Si bien yo veía al fiscal y a Género del Ministerio que seguían trabajando y me iban avisando cada avance, ya habían pasado más de tres años e iba perdiendo las esperanzas. La verdad es que estoy más que agradecida con ellos por todo lo que hicieron”, dijo Mariana y pidió expresamente que conste su agradecimiento. 

Sencilla al hablar, con un tono de voz juvenil, se excusa porque tiene poquitas fotos con su uniforme y cierra la nota: “Vengo de familia militar y me eduqué desde muy chica para eso, es lo que siempre me gustó. En Villaguay (Entre Ríos) fui a la primaria Coronel Brandsen, luego a una secundaria normal, y después me formé en la Escuela de Suboficiales del Ejército Sargento Cabral. Lo único que sé es que quiero volver a trabajar y seguir con mi carrera”.

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