Viernes 19 de abril de 2024

Internacionales — 28.10.2018 —

Un ciclo político que abre muchos interrogantes, con la economía en el centro

El programa de gobierno de Bolsonaro podría ser condicionado por el Congreso. Pero las metas generales serán volver a crecer y generar más empleos.


Por: santotoméaldía / Fuente: Clarín

El riesgo para la democracia es que desistamos de ella”. La frase, del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, pone de relieve las sombras que agobiarán al próximo gobierno del país. Por eso continúa con esta advertencia: “Gane quien gane, los problemas son los mismos: volver a crecer y crear empleo; reducir el déficit (fiscal) y traer confianza”. Palabras más que suficientes para advertir que el presidente elegido, y que gobernará hasta 2022, no tendrá lugar para la altanería: “Más competencia y menos arrogancia. Ese es mi voto”.

Esta vez, el hombre que fundó la socialdemocracia brasileña no quiso decir en quién había votado. “El voto es secreto”, replicó a los periodistas. Lo cierto es que hace una semana se había pronunciado claramente contra Jair Bolsonaro, el hombre que debe asumir el 1º de enero de 2019 la conducción del Palacio del Planalto. Dijo, también, que a partir de ahora el Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) deberá pasar “a la oposición en las cosas que estén erradas desde nuestro punto de vista”.

Desde luego, no es el único en prever “tiempos sombríos”, al decir del ex titular de la Corte Suprema, Joaquim Barbosa. Rodrigo Zeidan, economista y escritor, además de investigador principal de la NYU Stern School of Business, analizó algunos aspectos del discurso de Bolsonaro, cuando hace dos semanas afirmó que Brasil tenía que volver a ser el país que era hace 50 años. Según Zaidan, en 1968 “el país vivía en medio del desempleo de dos dígitos, inflación en alza, sin derechos sociales y sin libertad de expresión. Es el discurso más verídico del candidato”.

Criticó, por igual, a sus colegas de izquierda y de derecha. Pero explicó por qué la versión de los planes de Paulo Guedes, un “Chicago boy” que ocupará el ministerio de Hacienda a partir de enero próximo, resultan perniciosos. “Va a terminar con el subsidio social bolsa-familia, al menos en la forma que existe hoy. De hecho, los economistas del bolsonarismo siempre fueron contrarios a esos programas”. Pero tampoco habría, a juicio del especialista, “una reforma previsional seria. Bolsonaro nunca iría a tocar las reglas jubilatorias que valen para militares y policías; de modo que tampoco podría hacerlo para el resto de la sociedad”.

Desde un ángulo diferente, Paulo Nogueira Batista, ex representante de Brasil en el Fondo Monetario Internacional, consideró: “Es perfectamente posible ganar la elección y perder el gobierno”. Su referencia fue lo que ocurrió, de hecho, en el segundo mandato de Dilma Rousseff. Ella triunfó en la segunda vuelta de octubre de 2014, pero en mayo de 2016 tuvo que dejar el gobierno. Nogueira Batista sostiene que es el secreto es “quién controla las palancas de la economía, es decir, el Ministerio de Hacienda y el Banco Central”.

Un analista político, bien colocado en las esferas del Palacio del Planalto, puso en duda hasta dónde podrá avanzar Jair Bolsonaro en sus propuestas de reformas si su relación con el Congreso resulta conflictiva: “El tendría que preocuparse de cómo será ese vínculo. Después de todo, su campaña fue montada sobre el discurso antisistema y antiestablishment, o sea, contra la política tradicional”. Este es un tema delicado que exigirá “mucho cuidado” de parte del presidente. “Por ejemplo, en caso de que prevalezcan las diferencias entre Guedes y el Parlamento, por quién optará”. Si bien varios partidos llamados de centro, que reúnen la mayor fuerza parlamentaria, están dispuestos a negociar, “la élite política puede poner piedras en el camino”.

Hay alguien incuestionable en cuanto a su perfil de economista: Antonio Delfim Netto, ministro de Hacienda de los gobiernos militares de Costa e Silva (1967-1969) y de Emilio Garrastazú Medici (hasta 1974). Al frente de esa cartera, Brasil tuvo un crecimiento que llevó a bautizar el período como “el milagro económico”. Hoy, Delfim es contundente: “Nuestra situación interna es grave y la externa acumula nubes negras. Pero nadie dice cómo enfrentarlas”. Para él, la agrupación del presidente, el Partido Social Liberal (PSL) “propone en muchas áreas medidas mágicas de resultados dudosos”.

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